jueves, 20 de mayo de 2010

"Sin emoción no hay educación"

Las emociones son, literalmente, lo que nos empuja a ir tras un objetivo; impulsan nuestras motivaciones que, a su vez, dirigen nuestras percepciones, dando forma a nuestros actos.


Esas emociones y motivaciones son necesarias en el campo de la educación, tanto en los alumnos como el profesorado. Bien es, que normalmente las relacionan con el alumnado, criticando las pocas ganas de aprender que poseen. Pero en mi opinión, todo esto viene por la poca emoción que transmite el docente y es que si el maestro o maestra no disfruta de lo que está haciendo, ¿Cómo puede hacer que lo disfruten los alumnos?

Para ello, un profesor tiene que desear compartir sus bienes culturales con los demás, tener vocación docente, desear enseñar a otros sus tesoros de conocimiento y que éstos los disfruten.

Es cierto que cuando nos referimos al hecho de enseñar para hacer crecer a otro, puede provocar frustración el hecho de estar dedicando un tiempo a alguien sin realmente salir beneficiado uno mismo. Para ello tenemos que tomar conciencia de nuestra labor como docente, solo de esta forma conseguiremos entender lo bonito de enseñar, haciendo disfrutar al alumno de lo aprendido, consiguiendo una complicidad entre ambos, siento esa tu recompensa. La única recompensa posible es lo que ya no tenemos, lo que hemos dado. Aunque resulte paradójico, lo que ya no tenemos será lo que nos regenere y nos permita seguir disfrutando, porque si no disfrutamos lo que hacemos no seremos nunca buenos profesionales.

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